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Alba Fernández

Acompañante Espacio Vivo School.

Mis inicios:

Soy Alba, nací en Madrid en 1990. El día de mi cumpleaños siempre lo vivo con especial ilusión, ya que, ese mismo día, se da la bienvenida a la primavera. Mi familia, amante de la montaña, me brindó un montón de experiencias en contacto con el monte que, a día de hoy, mi cuerpo y mi mente aún recuerdan y esto hace que sea uno de mis lugares elegidos.

Durante mis estudios escolares comencé a tener contacto con la infancia, trabajando en campamentos, escuelas viajeras y distintas asociaciones. Fue entonces cuando decidí estudiar Magisterio.

En la universidad comencé a descubrir mediante diferentes formadoras/es que realmente otra educación era posible. Hablaban de cómo dar protagonismo a las niñas y a los niños en el proceso de aprendizaje, a sus vivencias, sobre cómo atender y dar respuesta a sus necesidades. Comencé a cuestionarme y a hacerme preguntas para las cuales todavía no tenía respuesta. Tenía que hacer un trabajo personal para poder creer todo lo que me contaban ya que no había sido la manera en la que yo había recibido mi educación y se alejaba de aquello que consideraba “normal”.

Después de mis estudios estuve un tiempo viviendo en Inglaterra, donde tuve la oportunidad de conocerme un poquito más. Un tiempo de experiencia personal que me llevo, entre otros lugares, a la India, donde encontré una gran oportunidad para ahondar en cómo me quería situar ante el mundo, cual era mi lugar, donde estaban mis privilegios y como actuaba con ellos frente a los otros. Volví a casa con un montón de dudas, pero me sentía llena, con el corazón completo.

Una vez en Madrid tuve la suerte de trabajar en una escuela cuyo enfoque pedagógico está inspirado en las escuelas de Reggio Emilia, en la pedagogía del asombro, ese asombro que sienten los/as niños/as delante del mundo, que les empuja a investigar, a querer aprender y a dar un sentido a lo que les rodea. Fue mi comienzo en el mundo laboral. Por fin podía ver en primera persona el desarrollo madurativo, emocional y cognitivo que tenían las niñas y los niños cuando se encuentran en lugares amables, con acompañamientos seguros, y con libertad en su acción y elección. Esta experiencia fue un regalo y ya no hubo vuelta atrás. 

Cursé un grado superior universitario en Educación Activa y trasformadora, conocí la psicomotricidad vivenciada de Bernard Aucouturier, el movimiento libre y postural de los estudios de la doctora Emmi Pikler, el juego de pintar de Arno Stern, las escuelas bosque…Todas estas propuestas resonaban en mí algo especial. Después de aquella experiencia comencé en un proyecto de familias, con una calidez que, aún hoy, recuerdo con un cariño especial. En una ciudad donde no había una alternativa a la educación tradicional, un grupo de personas se esforzaron para crear un espacio cuidado, en el que se respetaran los ritmos de sus hijos/as, y estar en ese lugar fue para mí un sueño que se hizo realidad.

El 2020 hizo que regresara a Madrid y allí volví a rodarme de personas que luchan y están comprometidas con una educación de calidad. Un grupo de mujeres que llevan muchos años como profesionales de la educación infantil, con las que tuve el privilegio de compartir tres cursos llenos de grandes aprendizajes.

En el presente, me encuentro aquí, en ESPACIO VIVO, un lugar elegido, en el que tengo la oportunidad de continuar mi camino en compañía de un gran equipo y, como no podía ser de otra manera, acompañada de niñas y niños que cada día comparten junto a nosotras un poquito de su mirada, esa mirada que tanto me aporta.

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